Acueducto Independencia: otro mito del padrecismo que se cae
Conforme avance la construcción de los módulos de desalación de agua, que comenzarán por abastecer la región Guaymas-Empalme-San Carlos, el siguiente municipio que entre en ese sistema será Hermosillo, con lo que el Acueducto Independencia, que generó más problemas que los que resolvió, dejará de ser necesario.
Así lo consideró ayer la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano, al término del evento donde se anunció el inicio del llamado Plan Integral de Aprovechamiento y Distribución de Agua, que por un lado pone en la ruta de su extinción una obra que nunca ha funcionado al cien por ciento debido a sus altos costos para abastecer a una ciudad que tiene sus propias fuentes, más baratas; y por el otro, abre el camino a la desalación de agua de mar, una fuente ‘prácticamente infinita’ de abastecimiento.
El acueducto Independencia, cuyo costo linda los 4 mil millones de pesos, inscrito en el contexto de un sexenio donde campeó la corrupción en despoblado, tuvo como principales beneficiarios no a los habitantes de Hermosillo, sino a algunos empresarios y no menos funcionarios de la administración padrecistas, además de los familiares incómodos (¿?) del gobernador, que presumiblemente encabezaban el Team Moches.
Proyectado para llevar 75 millones de metros cúbicos anuales desde la presa El Novillo hasta la capital, el Acueducto nunca ha operado para cumplir esa cuota; en parte porque no es necesaria considerando que Hermosillo sí tiene agua, y en parte por los altísimos costos que representa su operación, y que también tiene relación con las deudas y la precaria situación financiera del organismo operador en Hermosillo, así como del alto costo del agua en la capital.
Eso, desde luego, sin contar el encono, la división política norte-sur, que erosionó la convivencia entre las regiones y tensó las cuerdas del tejido social, que aún mantiene resabios entre sonorenses de Cajeme y Hermosillo, pero también se manifiesta en litigios inconclusos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, debido a las presuntas ilegalidades de origen que tuvo esa obra.
Litigios que por cierto han impedido concluirla, ya que algunas obras complementarias como el ramal norte y una planta potabilizadora en Hermosillo se mantienen suspendidas, pues al estilo nuevo sonora, incumplieron requisitos elementales para su construcción, como la manifestación de impacto ambiental y los permisos de uso de suelo.
En resumen, los costos de esa obcecación de Padrés fueron altísimos en todos los órdenes, y los resultados, precarios.
En un estado que cuenta con más de mil 400 kilómetros de litoral, la desalación de agua apareció siempre como la opción más viable, técnica y financieramente, pero eso nunca fue del agrado de los panistas. Hay que recordar que, como alcalde de Hermosillo (2000-2003), Francisco Búrquez encabezó una campaña para impedir la construcción de una planta desaladora propuesta por el gobernador Armando López Nogales que, ya de salida, terminó cediendo a esas presiones.
El caso es que ayer se marcó un parteaguas (nunca esta alegoría había sido más literal) en el tema. La gobernadora retomó una parte sustancial del discurso de los opositores al acueducto, concretamente en lo que se refiere a la estrategia equivocada de repartir lo que no se tiene, cuando lo más viable es producir agua para satisfacer las necesidades de todas las regiones.
Acompañada del director de Conagua, Roberto Ramírez Parra, Claudia Pavlovich hizo el anuncio y detalló que la planta desaladora tendrá un costo de 400 millones de pesos; la obra será licitada en los primeros meses de 2016; abastecerá en una primera fase a Guaymas y Empalme y posteriormente a Hermosillo. El tiempo de construcción estimado es de tres años y cuenta con todo el apoyo del gobierno federal.
El mensaje de unidad también fue claro, con la presencia en ese acto del alcalde de Guaymas, Lorenzo de Cima y el también panista diputado local por esa demarcación, Manuel Villegas.
Presentes los alcaldes de Cajeme, Faustino Félix Chávez, de Empalme, Carlos Gámez Cota y de Hermosillo, Manuel Ignacio Acosta, lo mismo que una representación de la tribu yaqui en la que destacan Tomás Rojo y Miguel Ángel Tórtola, así como algunas cabezas del Movimiento Ciudadano por el Agua, de Ciudad Obregón: Adalberto Rosas López, Alberto Vizcarra y Martha Luz Parada.
El carácter integral de este programa se lo dan cuatro ejes, a saber:
1.- Reordenamiento de la cuenca del Río Sonora que incluye una revisión de las concesiones de los permisos de agua, una evaluación de los riesgos de contaminación por actividades mineras y las condiciones actuales que guardan los cauces para determinar acciones de protección y saneamiento que sean requeridas.
2.- Se impulsará una nueva cultura del agua a través del impulso e intercambio de aguas tratadas por agua potable a fin de generar recursos y mejorar las finanzas de los organismos municipales.
3.- Se trabajará en mejorar la eficiencia de los organismos operadores de agua potable a través de estudios que determinen las principales carencias y cuales las posibles soluciones para un manejo eficiente del agua.
4- Licitación y construcción de una planta desaladora para el abasto de agua en Guaymas y Empalme con tecnología de alto nivel aprovechando pozos playeros, en su primera fase se prevé la construcción de un módulo y un acueducto de 11 km, por ser una planta modular se podrá en el futuro irla ampliando para resolviendo las necesidades de la población.
Como referencia, y para no dejar sentidos a los escépticos, conviene citar que en 2010, cuando se anunció el acueducto independencia, como parte de un programa llamado Sonora SI, que también presumía integralidad, también se anunciaron varias obras como el acueducto en Cananea, plantas tratadoras en Nogales y Hermosillo, entre otras.
Por razones que tienen que ver fundamentalmente con la ineptitud y la corrupción en el pasado sexenio, unas obras siguen inconclusas y otras, como el acueducto de Cananea, ‘tronó’ desde sus primeros días de operación.
Esto confirma que no sólo basta con querer hacer las cosas, sino con saber hacerlas y hacerlas ponderando la eficiencia terminal y el beneficio de la ciudadanía, y no, como en el pasado, el engordamiento de las cuentas bancarias de esa banda que depredó el estado.
Por último, conviene citar las alusiones directas que hizo la gobernadora al deplorable estado en que se encuentra la red de agua potable en Hermosillo; la necesidad de invertir en ella y en el saneamiento financiero del organismo operador, y en la cultura del pago del agua, aspectos que también impactan en el costo del líquido.