Ya se fue Juan Valencia del PAN… ¿A dónde?
Después de un día de intensas negociaciones, por fin se concretó el relevo de Juan Bautista Valencia Durazo en la dirigencia estatal del PAN, recayendo esa responsabilidad en el sanluisino Leonardo Guillén; como secretaría General fue designada Dalia Laguna, colega en receso que compitió este año por la diputación local con cabecera en Empalme, donde fue derrotada por el ex campeón mundial de box, José Luis Castillo.
Leonardo Arturo Guillén Medina es un joven abogado (37 años) que ya fue diputado federal y ha ocupado diversos cargos en la administración municipal de San Luis Río Colorado, así como algunos cargos en el gobierno federal (director de giras de la presidencia de la república en el último año de Vicente Fox y asesor en relaciones públicas nacionales e internacionales en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de 2006 a 2009).
Uno de los criterios que pesaron más a la hora de decidir por Guillén, es que éste no pertenece al grupo de Guillermo Padrés, o al menos no está identificado plenamente como padrecista, lo cual estaría enviando una señal sobre la intención del partido, de tomar distancia respecto al ex gobernador y sus cercanos, aunque la presencia de Dalia Laguna en la secretaría General aparecería como la cuota del padrecismo en la nueva dirigencia estatal.
Esta dupla asume el mando de manera interina, mientras se hacen cargo de organizar la elección de la nueva dirigencia, que se estaría llevando a cabo en los primeros meses del próximo año, y para lo cual tienen, entre otras, la tarea de depurar el padrón de militantes, convertido desde hace tiempo en un monumento al autoengaño, muy útil para ganar elecciones internas, pero inservible, en muchos casos, para imponerse en las constitucionales.
Una vez depurado el padrón, la siguiente tarea será la de reestructurar los comités directivos municipales y el Consejo Estatal, lo que no es tarea menor, pues una cosa es pasar el rastrillo para rasurar el padrón, eliminando a miles de ‘panistas’ cuya militancia se tasa en valores que van desde una despensa hasta un cargo de ayudante del secretario del subdirector de Columpios y Resbaladeros de, digamos, Banámichi.
Eso sin contar aviadores, ‘segundos frentes’, pegacarteles, repartevolantes, cholos de barriada y acomedidos diversos, así como uno que otro que logró colarse a cargos más elevados en las administraciones estatal y municipales, sin identificación alguna con los principios y doctrina de Acción Nacional, pero eso sí, con una fuerte vocación por el manoteo y el agandalle.
Lo que resulta un enigma es el destino del ya ex dirigente estatal, Juan Bautista Valencia Durazo, involucrado como está en el espinoso tema de la compra-venta de terrenos de alta plusvalía en el Vado del Río, que el actual presidente municipal priista, Maloro Acosta se ha manifestado dispuesto a recuperar, una vez que se comprueben las ilegalidades en el procedimiento para su adquisición.
Juan Valencia es una preciada pieza de caza para el nuevo gobierno, pero además puede convertirse en un dolor de cabeza para algunos ex funcionarios del padrecismo que lo ningunearon de fea manera durante los años de jauja, amarrándole las manos y la boca para que no hiciera ni dijera nada sobre las groseras formas en que desde el gobierno del estado se fueron amasando las grandes fortunas de quienes hoy también están en la mira de la justicia.
Juan Valencia fue parte del aparato del padrecismo, sin duda, pero quizá el que menos daño patrimonial provocó (y eso da una idea de lo que hicieron los otros), pero si se decide a hablar, más de cuatro deberían estar temblando, porque sabe mucho.
Y llegado el momento, en el balance personal de lo que le dejó su condición de ‘tapadera’ y la eventualidad de que pase a ser uno de los más ricos del Cereso, su situación es bien complicada.
No sólo tendría encima al aparato de justicia de un gobierno priista, sino a los poderes fácticos de su partido en Sonora, que ya han dado muestra de que pueden ser mucho más salvajes.
Y con lo que Juan Valencia sabe, debe estar lamentando que no exista en Sonora la figura de ‘testigo protegido’, porque eso le podría dar algunas garantías, sobre todo ahora que viene dura la quema.
II
Circuló fuerte la versión, ayer por la mañana, de que el ex gobernador Guillermo Padrés se reunió la semana pasada con diputados locales del PAN, a quienes habría ‘tirado línea’ para que reventaran las negociaciones sobre el presupuesto 2016 para Sonora, lo cual sería verdaderamente lamentable, no para el PRI, el PAN o cualquier otro partido, sino para toda la sociedad sonorense.
Dada la gravedad del tema, preguntamos a algunos legisladores blanquiazules sobre el particular.
La diputada Lissette López respondió con un lacónico “no puedo hacer ningún comentario”.
-¿Pero sí hubo esa reunión?, se le insistió.
“No puedo hacer ningún comentario”, reiteró.
El que sí se fue de paso y no sólo confirmó que tal reunión sí se dio durante la pasada convención nacional del PAN, fue el diputado aguapretense Carlos Fú, sino que abundó sobre la temática tratada con él, a quien percibió “muy preocupado” por la posibilidad de que Sonora se endeude más.
El señor Fú se refirió al ex gobernador como una persona muy amable y a la que le debe mucho; un gran liderazgo del partido con el que conviene hablar cuantas veces sea necesario para aprovechar su experiencia. También dijo que excepto dos diputados, el resto de la bancada había estado presente.
La diputada rocaportenseCélida López dijo no saber nada de esa reunión porque ni siquiera asistió a la convención nacional ya que se quedó “a cuidar chamacos”.
Fue el coordinador parlamentario del PAN, Moisés Gómez Reyna quien aclaró que a dicha convención acuden panistas de todo el país y es común encontrarse con amigos y conocidos, pero que la fracción como tal, no sostuvo una reunión formal con el ex gobernador.
Se entiende que si algunos diputados platicaron con él fue a título personal y eso no tiene repercusiones en el quehacer de la bancada.
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