El reto de Leonardo Guillén y Dalia Laguna
Ayer rindieron protesta como nuevos dirigentes estatales del PAN en Sonora, Leonardo Guillén y Claudia Laguna, presidente y secretaria general, respectivamente.
Para atestiguar el acto estuvo presente un enviado del CEN, Eduardo Urbina Lucero, que preside el registro nacional de miembros, albures aparte.
La convocatoria, más bien pobre: unos 200 panistas de todo el estado llegaron para validar el relevo de Juan Bautista Valencia Durazo, a quien se le entregó, de manos de Luis Ernesto ‘El Güero Nieves’, un reconocimiento, aunque bien a bien no se sabe por qué.
Sus resultados como dirigente fueron malos, aunque tiene como atenuante el hecho de haber sido una figura decorativa, a la que le pasaban por encima a cada rato los amiguis de Padrés: Roberto Romero, Bernardo Campillo y hasta Jorge Morales. Puros herederos de Gómez Morín.
El ex gobernador no mereció una sola mención en los discursos, a diferencia de hace apenas unos meses, cuando todos se le tiraban al piso, lo consideraban un inédito e histórico líder al que no le alcanzaba su humanidad para recibir todos los elogios y muestras de admiración y respeto.
Hoy, Padrés es un apestado en Acción Nacional y, hay que decirlo, con suficiente razón.
No sólo encabezó una pequeña horda de bandidos hoy perseguidos por la justicia, sino que dirigió una francachela de excesos de todo tipo en la que se dilapidó el capital moral de ese partido.
Dura tarea la que tienen enfrente Leonardo Guillén y Dalia Laguna.
“Seremos una oposición crítica y responsable para que el partido vuelva a demostrar de lo que es capaz”, dijo Guillén, lo cual suena muy bonito, pero los sonorenses tienen muy fresco en su memoria, el recuento de lo que el PAN fue capaz en tan sólo seis años.
El reto de la nueva dirigencia, dijo el Güero Nieves, es buscar la unidad real de los panistas “y no simulaciones”, en una explícita aceptación de la farsa de un padrecismo al que en su momento defendió a capa y espada.
“Vamos a conquistar las almas de los sonorenses”, dijo la nueva secretaria general, Claudia Laguna, citando a los fundadores del panismo, que volverían a morir mil veces, ahora de pura vergüenza al ver a sus sucesores huyendo de la justicia, a salto de mata y con una hielera llena de dinero malhabido al hombro.
Dura la tarea que tienen enfrente Leonardo y Dalia, porque reposicionar a su partido atraviesa necesariamente por la toma de distancia respecto al padrecismo, algo a lo que no se atreven todavía, limitándose a los clichés tibios acerca de que las acusaciones contra Padrés y su clica deben ser probadas y “si se demuestra la comisión de delitos, que se aplique la ley” y blablabla…
En Sonora, el PAN enfrenta una gran paradoja: sus cuestionamientos al PRI no encuentran asidero en una sociedad que a diario alimenta su capacidad de asombro frente a las trapacerías que ellos mismos validaron con su silencio y complicidad.
El discurso moralizante que durante décadas fue construyendo la oposición al PRI, en Sonora simplemente se ha ido al carajo. Nadie puede hablar de honestidad, transparencia y buen gobierno si lleva como estandarte la imagen de Guillermo Padrés. Y hasta hoy, no hay indicios de que Leonardo, Dalia, el Güero y otros, tengan intenciones de tomar distancia de alguien a quien, sin duda, le deben mucho.
Ese es un problema serio que no aguanta más simulaciones. Una oposición irresponsable, que atiende consignas de grupúsculos más identificados con la sección policiaca que con la política no sólo martillaría los clavos que le faltan al ataúd del PAN, sino que afianzaría un gobierno con mayoría absoluta en el Congreso, por ejemplo, sin contrapesos reales, lo cual sería la antesala del regreso al régimen de partido casi único, ese contra el que tanto lucharon los panistas de antes.
En eso estriba la gran paradoja del PAN en estos momentos en Sonora. Su discurso de odio, su pretendida política de exterminio contra el PRI y todo lo que en sus paranoias los llevó al extremo de polarizar todo y reducir la política a una guerra de ángeles contra demonios, terminó por tenderle la alfombra roja al PRI para que regresara como el salvador de la patria chica que es Sonora.
Los padrecistas fueron, ya visto en retrospectiva, los más preclaros activistas del PRI, y los principales responsables de que el PRI regresara al poder en Sonora.
Y cometieron tantos errores a partir de la sustitución del ejercicio de gobierno por la propaganda y las locuras de sus mercachifles del slogan, que todo se les redujo a un cliché convertido, gracias a la perversa ingenuidad (o la ingenuidad perversa, o la deliberada genética del atraco) del ex gobernador, en eje de política pública: si los priistas robaban ¿Nosotros por qué no?
Y en esas andan ahorita. Pidiendo que la justicia se ejerza caiga quien caiga; que si alguien es culpable que se lo demuestren; que la ley se aplique y si hay responsables que paguen por los delitos cometidos y blablabla… mientras las hieleras con millones de pesos en efectivo (pacas de a kilo) van y vienen con singular alegría, festejando que sólo se haya ‘torcido’ a un veterinario con 3.5 millones en billetes, sin que tengamos idea de cuántas hieleras se han movido en todos estos meses, desde que Padrés dejó de ser el ‘gran estratega’, el ‘numberone’; el ‘jefe de jefes’, para pasar a ser carne de barandilla.
El PAN en Sonora se encuentra aún tan desarticulado, tan ‘sorprendido’, tan sin rumbo, que ni siquiera puede controlar a esos panistas tan militantes, tan convencidos, tan doctrinarios, tan radicalmente demócratas que, atrapados en la ratonera de las averiguaciones previas, insisten en alimentar las esperanzas de que el PAN sólo puede regenerarse, reconstruirse y reposicionarse, con un gran líder como Guillermo Padrés.
Pero Guillermo Padrés anda pisando la antesala de la barandilla.
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