China inaugura el puente marítimo más largo
En una ceremonia sin demasiada fanfarria, el presidente chino, Xi Jinping, inauguró este martes el puente más largo del mundo sobre el mar, una titánica obra de ingeniería que conecta las ciudades sureñas de Hong Kong, Macao y Zhuhai.
El viaducto, cuya construcción ha estado rodeada de polémica desde sus inicios, se abrirá oficialmente al público este miércoles.
Se cojan por donde se cojan, la cifras de su construcción impresionan: 55 kilómetros de longitud; más de 16,000 millones de euros de presupuesto; 400,000 toneladas de acero utilizadas -60 veces la cantidad empleada en la parisina torre Eiffel-, y nueve años de trabajo para crear un entramado de pilares y puentes, dos islas artificiales a prueba de tifones y terremotos y un túnel submarino de 6.7 kilómetros -hecho a 44 metros de profundidad para permitir el paso de grandes barcos por la superficie- que hacen de este proyecto uno de los más complejos jamás ejecutados por la mano del hombre.
Esta serpiente de cemento y acero reduce sustancialmente el tiempo necesario para ir desde Hong Kong a la urbe de Zhuhai y su vecina Macao, tres de los grandes núcleos urbanos que jalonan el delta del río de la Perla.
“El viaje entre Zuhai y el aeropuerto de Hong Kong, que ahora lleva cuatro horas, se recortará a unos 45 minutos. Por su parte, el viaje entre Zhuhai y la terminal de contenedores de Kwai Tsing (gran centro logístico y comercial de la antigua colonia británica) se reducirá de 3.5 horas a 75 minutos”, explicó el viernes Frank Chan Fan, responsable de Transporte en Hong Kong.
La obra, ideada en 1983 por el magnate hongkonés Gordo Wu, es una nueva muestra más de la pericia alcanzada por el gigante asiático a la hora de ejecutar infraestructuras faraónicas al alcance de pocas naciones.
Pero además, este viaducto le permite a Pekín cumplir con sus deseos de realzar el potencial económico del río de la Perla, 40 mil kilómetros cuadrados -un tamaño similar al de Suiza- en la que viven casi 70 millones de personas en once ciudades.
“El puente fortalecerá la colaboración entre Cantón, Hong Kong y Macao en términos de comercio, finanzas, logística y turismo y Hong Kong asumirá un papel más proactivo en el desarrollo del Área de la Gran Bahía”, aseguró Fan, en referencia a una zona que las autoridades comunistas aspiran a convertir en el Silicon Valley chino.
Sin embargo, no todo el mundo en la ex colonia británica, que goza de un sistema de derechos y libertades mayor que el de sus compatriotas merced al principio de “un país dos sistemas” por el que se acordó su vuelta bajo soberanía china en 1997, se deja seducir por las cifras ni ve con buenos ojos un macroproyecto plagado de retrasos, accidentes, sobrecostes, casos de corrupción y tensiones políticas.
Durante su construcción, diez obreros fallecieron y unos 600 sufrieron lesiones, por lo que el diputado hongkonés Fernando Cheung, llegó a apodarlo “el puente de sangre y lágrimas”.
Los grupos ecologistas también han expresado su descontento, ya que denuncian que el viaducto ha provocado graves daños en el ecosistema y una reducción de la población de delfines blancos en la zona, una especie que ya estaba en peligro de extinción.
En esta región administrativa especial también se critica el descomunal costo de una obra cuya inversión es casi imposible que se recupere y que no es vista como necesaria, ya que existen conexiones marítimas, aéreas y terrestres ya en funcionamiento.
Tampoco ayuda el hecho de que la gran mayoría de los honkoneses no vayan a poder hacer uso de la infraestructura, ya que para atravesarlo, los vehículos necesitan de un permiso previo para cuya obtención hay que cumplir con una serie de requisitos al alcance de unos pocos.
Incluso el gobierno local de Carrie Lam reconoció hace unos meses que la previsión del número de pasajeros que cruzará a diario por esta vía se ha ido reduciendo con el paso de los años (para 2030, se espera que 30 mil vehículos y 126 mil personas lo utilicen al día), sobre todo porque está previsto que en 2024 se inaugure un puente similar localizado más al norte.
Pero además de todo esto, para los sectores prodemocráticos de la ciudad, esta es una obra que le sirve a Pekín para extender su control, erosionar sus derechos y libertades y difuminar su identidad para así convertirla en una ciudad china como otra cualquiera.
“Este es un megaproyecto impulsado políticamente pero sin necesidad real”, aseguró recientemente al respecto el legislador Eddie Chu, contrario a su ejecución.
Para más inri, el viaducto es la segunda gran infraestructura que conecta Hong Kong con la China continental inaugurada este año.
La anterior fue la línea de alta velocidad que une Cantón con la nueva estación de Kowloon, una terminal de la que 105 mil metros cuadrados han quedado bajo soberanía directa de Pekín y en la que, por primera vez, operan agentes chinos encargados del control de aduanas, una decisión que trajo consigo una gran polémica.
Quizás por eso, la ceremonia que hoy ofició el presidente chino, Xi Jinping, no tuvo el lustre de otras ocasiones.
Aunque su mera presencia sí que subrayaba la importancia del acto, su intervención se zanjó con la frase “anuncio oficialmente la apertura del puente Hong Kong-Zhuhai-Macao” y unos fuegos artificiales virtuales en la pantalla que había a su espalda.
Sin pronunciar una sola palabra más, el mandatario abandonó el evento.
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