El futuro del TLCAN recae ahora en Canadá
Canadá se reincorpora a la mesa de diálogo para modernizar del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), cuyo futuro depende de cuatro días de negociación y de su flexibilidad para unirse al “entendimiento” comercial anunciado la víspera por Estados Unidos y México.
La principal negociadora, la canciller canadiense Chrystia Freeland, llega este martes a Washington con “el jaque” estadunidense de que si no se suma al acuerdo o negocia otro con Estados Unidos, éste le impondrá tarifas a la importación de autos.
La presión de Washington a Ottawa es que se alcance un acuerdo este viernes para coincidir con los tiempos del Congreso estadunidense.
En las rondas de renegociación, Canadá compartía con México el rechazo a la cuestionada propuesta estadunidense de imponer una cláusula de terminación cada cinco años (sunset), la cual fue sustituida en el acuerdo bilateral anunciado ayer por una vigencia de 16 años con una revisión cada seis.
De igual forma, Canadá compartía con Estados Unidos la necesidad de que las plantas automotrices en México elevaran el salario a los trabajadores para evitar que las firmas cerraran plantas en estos dos países y se instalaran en México.
El entendimiento comercial México-Estados Unidos establece que entre el 40 y 45 por ciento del contenido de los vehículos fabricados en Norteamérica provendrá de fábricas donde los trabajadores ganan al menos 16 dólares estadunidenses la hora.
Sin embargo, uno de los temas más controversiales entre Washington y Ottawa es el control canadiense de suministro en la industria de lácteos, que según reiteró ayer Donald Trump, impone casi 300 por ciento de impuestos a los productos estadunidenses.
Las tarifas canadienses en este sector van de entre 150 y 298 por ciento y el sistema restringe el monto de los productos como lácteos, aves de corral y huevos importados para proteger la producción nacional.
Si Canadá cede en esta parte estaría afectando a más de 12 mil granjas lecheras canadienses, pero a su vez estaría garantizando el flujo comercial hacia el sur de otros sectores como automotriz, aeroespacial y energéticos.
Pese a que el gobierno canadiense inició una intensa campaña de diversificación de mercados para sus productos, tanto en Europa como en Asia, el repentino cambio de planes de la canciller Freeland, de interrumpir su gira por Alemania, Ucrania y Francia, para viajar a Washington, refleja el interés de Ottawa de mantener a flote un acuerdo trilateral.
Canadá tiene mucho en juego en esta decisiva mesa de negociación: el 75 por ciento de sus exportaciones van a Estados Unidos. El comercio entre ambos países ascendió a 882 mil millones de dólares en 2016.
Freeland llega a Washington con la presión de tener que unirse a un acuerdo bilateral en el que no estuvo invitada y tener que decidirlo antes del viernes. El futuro del TLCAN depende ahora de la flexibilidad de Ottawa frente a las demandas de Washington.
El gobierno de Justin Trudeau tiene la presión de alcanzar un buen acuerdo con sus socios comerciales de Norteamérica que le ayude a conseguir la reelección el próximo año. (NOTIMEX)
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