Muere un alcalde por exigir seguridad y mueren 22 inocentes por negligencia de quién aún no se sabe. Dos tragedias, una misma enfermedad: La indiferencia.

México amaneció otra vez con el alma rota. Dos tragedias distintas, pero un mismo hilo conductor: la indolencia y la descomposición del sistema que se niega a proteger la vida.

En Tamaulipas, el alcalde Carlos Alberto Manzo Rodríguez fue asesinado a balazos. Un hombre que ya había levantado la voz, que pidió y exigió apoyo al gobernador, Alfredo Bedolla, al secretario de Seguridad Omar García Harfuch y hasta a la presidenta de la República Claudia Sheinbaum Pardo. Nadie lo escuchó. Nadie movió un dedo. Y lo mataron.

Su municipio llevaba meses sometido por los grupos criminales que extorsionan, secuestran, queman, y ahora, matan a quienes se atreven a no alinearse. Lo de Manzo no fue sorpresa, fue advertencia ignorada. Un crimen anunciado en letras mayúsculas que refleja el abandono institucional de miles de comunidades donde gobierna más el miedo que la ley.

Mientras tanto, en Hermosillo, el horror tiene otro rostro, pero el mismo fondo: la tragedia en la tienda Waldo’s, donde murieron 22 personas intoxicadas por humo y una docena más resultaron heridas tras la explosión de un transformador dentro del local. Una escena dantesca, en pleno corazón de la ciudad, que exhibe la falta de supervisión, la corrupción y el descuido con el que se juega todos los días en este país llamado México.

Porque no se trata solo de un corto circuito. Se trata de permisos otorgados sin revisión, de locales abarrotados sin salidas de emergencia, de autoridades que clausuran por encargo y no por prevención. El resultado: familias enteras llorando a sus muertos, mientras los responsables se esconden tras comunicados fríos y burocrático.

Dos historias, dos tragedias, pero un solo mensaje: la vida vale poco en México cuando la autoridad no escucha, cuando la justicia llega tarde o no llega, y cuando los poderosos se deslindan con una declaración de “lamentamos los hechos”, ya se abrió una carpeta de investigación.

El país no se incendia solo. Lo deja arder la indiferencia.

Y mientras no cambie eso, seguiremos contando muertos… en Tamaulipas, en Sonora, y en todo el país o cualquier esquina donde el Estado esté ausente.

Urgen respuestas, resultados, soluciones, pero esa luz al final aún no se ve…

El rancho está en llamas, pero por partes y crece el enojo, la molestia y hasta se pierde la credibilidad rápidamente.

Nota especial. Desde esta columna va mi solidaridad a todos y todas las familias que perdieron un familiar de los 23 fallecidos y a los lesionados que se recuperen pronto y aporten mas datos del accidente a la autoridad

Como siempre la recomendación, mas información en www.elchiltepin.mx y en las benditas redes sociales