Las manecillas del reloj…
En algún lugar leí “no puedo parar las manecillas del reloj”; lo qué si recuerdo es que hacía referencia a la añoranza del pasado; pero no a cualquier pasado.
Era el ayer que los viejos platicaban en la mesa de la cantina, o en la barra del café Elvira (hoy, Maggi); de quienes eran, que comían, que música escuchaban, la primera novia, del nacimiento del primer hijo y, de los políticos de sus tiempos.
De aquel mundo mejor visto desde el pueblo, porque en el Regional, el periódico vespertino, salió alguna noticia fechada con días antes en su lugar de origen. Pero para él, y el pueblo, era una novedad de hoy en el ayer.
Recordaban las cosas trascendentales, las del día a día, las del barrio, del vecino, del cura de la Iglesia; del progreso qué se veía en el pueblo, “ya parece ciudad” decían.
Las manecillas del reloj nunca paran; el sol sale todos los días y, la luna en la noche. El tiempo sigue su marcha, pero queremos detenerlo. Por eso guardamos los recuerdos de nuestra existencia.
“que rápido pasa el tiempo hoy”, es la frase que a diario escuchamos; es, el temor de vernos en el espejo y vernos más viejos.
¿Por qué temer a la vejes?
Al final, ese pensamiento no es la vejes, es el temor a la muerte.
¿Cómo parar las manecillas del reloj? Así, cuando lleguemos a la muerte.
Los jóvenes hoy no le temen a la muerte, por eso viven intensamente el día; son una generación privilegiada, están en el tercer milenio, la fría pantalla de sus celulares los hipnotiza; no pueden mirar a su alrededor y, mucho menos levantar la cabeza y mirar el cielo. La noche y el día no existe.
El viejo, diariamente se hace presente en la barra del café, temprano; más tarde, cuando sea “la hora nacional”, cuando el sol este sobre su cabeza, él dirá “ya es hora legal” y, sé ira rumbo a la cantina, y sé sentara en su mesa preferida, desde ahí saludara a los demás comensales, los mismos de todos los días, al cantinero y al mesero; todos son una familia.
El tiempo trascurre, su presencia tiene un horario no escrito, y lo marca el atardecer, cuando el sol empieza a ocultarse tras el horizonte –ellos no ven eso, están entre cuatro paredes, pero su reloj biológico lo sabe-.
Mañana, si Dios quiere, nos volvemos a ver. Dicen al despedirse.
La misma rutina, las mismas caras, los mismos recuerdos.
Las manecillas del reloj siguen marcando el tiempo. Nadie puede detenerlas.
Un día más. Poco a poco van desapareciendo, los alcanzo su destino; pero, los sobrevivientes –aún-, los siguen mencionando como si estuvieran presentes.
Alguien levanta el vaso de cerveza y grita: ¡Salud! –por el amigo ausente- Ya pronto te acompañaremos. ¡Salud! se escucha al unísono. Los tacataca de toda la vida, tocan la canción favorita del ausente –no del muerto-.
Un día más. Las manecillas del reloj siguen avanzando.
Pero algo está alterando su feudo, su refugio, su memoria. Ya nada es igual, los tiempos cambian, “ya no hay moral” dicen los eternos comensales. Se empiezan a sentir desplazados de su territorio.
Las nuevas generaciones empiezan a invadir “su privacidad” y, no nada más con su presencia, si no con sus actitudes de desprecio a la vejes reunida. Imponen su música con volumen de sonido ensordecedor, ocupan, sin pedir permiso, las mesas que por derecho de antigüedad les pertenecían, gritan no platican.
La cantina se empieza a adaptar a las “nuevas” necesidades, hoy son otros los administradores. También son clientes. Dicen.
Entre el café del mercado, las viejas cantinas del pueblo, deambulan con los pies cansados una generación que dio vida a está que cada día pierde el rumbo de su existencia. Es una visión de un viejo como yo.
Le han llamado “la generación de cristal” –no sé por qué-; lo qué si sé, es que el cristal es frágil, se rompe con cualquier golpecito, y, hay que cuidarlo muy bien, ponerlo en una repisa fuera del alcance de los niños y niñas.
Las manecillas del reloj no sé detienen, pero, me gustaría poder detenerlas o, si fuera posible –cosa que es imposible--, giraran en sentido opuesto.
Y permítanme aclarar. No estoy en contra de las nuevas generaciones, no; al contrario, admiro su capacidad del manejo de las nuevas tecnologías, de esa libertad con que hoy gozan, de esa infinita oportunidad que tienen de hacer un mundo mejor.
¡SARAVAH!
II
Después de esta reflexión, vuelvo a la realidad; una realidad nunca antes vista, “por primera vez” dicen los candidatos qué, creen que el pueblo bueno y sabio no tiene memoria.
“en mi gobierno nunca jamás habrá montajes” dice el señor López, el presidente en funciones.
Pero yo tengo otros datos, lo siento señor López.
Lo he dicho en otras ocasiones, México es un país hermoso, de mitos y leyendas, de usos y costumbres de, verdades y mentiras. Según el cristal con que se mira o, de qué lado estés.
El punto es, mientras los candidatos crean que el ciudadano común –usted y yo-, carece del conocimiento, que es ignorante, que formamos parte de la fauna de “cachorros” (señor López dixit), les vamos a creer. Hoy, están muy equivocados.
Sí analizamos, sin telarañas mentales, las propuestas de todos los que buscan gobernar Sonora, veremos que, unas, posiblemente sean viables, sí hay voluntad política de servir; otras, de plano, son una falta de respeto a la inteligencia de los sonorenses; otras más, denotan una verdaderamente falta de conocimiento de la región y la idiosincrasia de Sonora.
Eso sí, toooodos y ella, “le apuestan” a los jóvenes; les prometen becas, apoyos para lo que sea; así, desde que tengo uso de razón, los políticos en sus campañas usan el cliché, Betty dixit, “los jóvenes son el futuro de Sonora y México”.
Pero, para no meterme en problemas, mejor a’i sé las dejo… Pero eso sí, nomás para picar un poquito de cebolla jeje; díganle al señor López que:
“Enrique Krauze, el historiador, escritor y editor mexicano ha sido galardonado con el III Premio de Historia Órdenes Españolas, que reconoce la trayectoria de autores cuya obra esté relacionada con lo hispánico y su proyección en el mundo. Promotor y director de la revista cultural Letras Libres, fundada en 1999, Krauze había sido propuesto por la Universidad Nacional Autónoma de México, la más antigua de América Latina. Recibe el premio, dotado con unos 71 mil dólares, porque "basándose en la investigación, ofrece una visión independiente de la historia mexicana donde se conjugan los elementos indígenas con la cultura cristiana recibida de Europa". EL UNIVERSAL/ CULTURA 08/04/2021
Fin del comunicado…¡¡¡SARAVAH!!!