Cuaresma Yaqui en Hermosillo: 2018…
No he tenido la oportunidad de ir a Europa, pero si conocer mi Estado en su totalidad; vivir entre los Seris, Yaquis de Hermosillo y Vicam y Potam; visitar en más de una ocasión a los Guarijios, Pimas y Raramuris de la sierra; y con los Papagos recorrer el desierto de Sonora, desde el Pinacate hasta el Desemboque de los Seris.
Acampar en el monte y ver por las noches la bóveda celeste, es el momento más sublime del hombre; prender la fogata, poner la olla con agua, “cargar” la cafetera con aromático café, y abrir la lata de atún y carne endiablada, la barra de pan para compartir el alimento después de larga caminata; sentados frente al fuego hipnotizador de la fogata, los nativos del lugar, hablan en voz baja, no te miran a los ojos, ven solo el fuego y en ocasiones levantan la mirada a las estrellas.
Cuentan su historia que, cuando buquis sus abuelos les platicaban viendo el mismo cielo que en ese momento veíamos. Cuentan el mundo que vivieron sus ancestros: venados, coyotes, águilas, jabalís y pumas –los del desierto y sierra-; los de la costa e islas, los Seris: “la siete filos” la caguama sagrada, la ballena, el cimarrón, el bura y el pelicano que cubrió sus desnudos cuerpos.
Son las noches mágicas donde las leyendas se hacenpresentes, se materializan en la imaginación de los que en su momento estuvimos ahí, con ellos y, el sonido del viento y las olas del oscuro mar.
Hoy, es temporada de Cuaresma, han pasado muchos años desde que los nativos la celebran, gracias a los “conquistadores” hombres de buena Fe. Igual en Sonora que en todo el país. Todos: criollos, mestizos, blancos y negros.
Dicen los cristianos y católicos que Jesús fue crucificado –es la enseñanza que dejaron los Jesuitas-; pero antes, tuvo que pasar por un viacrucis-me imagino infernal- donde fariseos, ladrones, prostitutas y demás, veían el sufrimiento de aquel hombre moribundo puesto a disposición de Poncio Pilatos y gavilla gobernante.
La Fe católica llego al noroeste, a Ostimuri, y los nativos de los grandes valles –Yaquis y Mayos- la adoptaron con adoración al hombre en la cruz, al de la corona de espinas.
Nadie sabe a ciencia cierta cómo fue aquel momento de sincretismo entre la enseñanza de la Iglesia Católica y las enseñanzas de los antepasados sagrados de los nativos.Los paganos aborígenes, de pronto vieron la salvación ante la imposición de la cruz y la espada.
Seguramente, paso tiempo para que esto sucediera.
La antigua penitenciaria “…en las faldas del Cerro de la Campana y construido en gran parte con la misma piedra extraída del simbólico cerro. Fue inaugurado el 15 de septiembre de 1908, por el entonces gobernador Luis E. Torres, aunque, se dice, fue ocupada como prisión desde varios años antes, siendo los mismos presos y en especial los indígenas yaquis, los que trabajaron en su construcción” ( INAH).
Cuentan los viejos habitantes de Hermosillo que cuando construyeron la cárcel en el barrio de la Matanza, muchos Yaquis se quedaron a vivir ahí, otros, en el barrio del Coloso. Conservaron su idioma y costumbres, entre ellas, su tradición “la cuaresma”.
Durante casi un siglo, La Matanza y el Coloso, fueron los lugares emblemáticos donde la “Ramada” y el “conti” (espacio donde se colocan 12 cruces en intervalos, que representa cada “estación” donde Jesús caía); los chapayecas (fariseos), cantoras, maistros, capitanes y cabos, acompañan el viacrucis de las 12 cruces para cumplir con el mandato de Dios.
Durante el día, recorrían los barrios de la ciudad; la gente, les daba alimentos y “limosna” para que sobrevivieran los cuarenta días que dura “la cuaresma”. Los respetaban.
Los gentiles paganos ya murieron; los mestizos han ido cambiando los “usos y costumbres” de la tradición cristiana, debido a que hoy en día, entre sectas y alcoholismo, van perdiendo la esencia de la cuaresma.
Las máscaras hoy representan personajes caricaturescos de la televisión; los teneboims o tenabaris, son hoy de “cascabeles “de papel, los capullos desaparecieron; el cinturón de pesuñas de venado o puerco, son sustituidas por casquillos de balas o pequeños carrizos y fichas de refrescos; los pascolas escuchan música de banda, corridos de narcos; el Venado se pierde en movimientos “estilizados” a ritmo de música de banda.
Hoy, se instalan cuatro o cinco “contis”; pocos recorren los barrios de la pavimentada ciudad porque las autoridades les prohíbe salir de su “área”, tienen que pagar piso, así lo marcan las leyes municipales, así lo hacen los fariseos que vienen del Chois, Sinaloa.
En abril del 2015, escribí esto: “Esperemos que los candidatos volteen a ver la realidad de su entorno; las tradiciones y la cultura urbana, son parte esencial de la vida de un pueblo”.
Pero al parecer esto no podrá suceder, pues el cronista de Hermosillo prefiere hablar de su viaje a España y, cito al Chapo Soto: “La historiadora Carmen Bojórquez, de El Colegio de Sonora propuso una quema de libros del premio Nobel de literatura Mario Vargas Llosa, quien realizó en días pasados una crítica al candidato mejor posicionado en las encuestas rumbo a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador.Algunos activistas como Reyna Castro Longoria y Norma Elvira Castro le secundaron.La quema de libros es más que un simbolismo de las dictaduras nazi, soviética, sudamericanas. Es también la síntesis y el reflejo de la hipocresía intelectual y la doble moral con que en Estados Unidos se quemaron también, ejemplares del cómic La Mujer Maravilla, que a principios del siglo pasado fue censurado y condenado a la hoguera por considerar que su contenido era una apología de la sexualidad femenina, algo inadmisible para los cartabones morales de esa época”.
Pero mejor a’i se las dejo. No sin antes preguntar ¿en manos de quién estamos? …¡¡¡SARAVAH!!!
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