Diciembre 12, 2011 / ElChiltepin > Liga MX
Los felinos son campeones porque acabaron, en un segundo tiempo histórico, con su rival. Un 3-1 (4-1 global) que hizo arder el Volcán, que le dio una nueva identidad a toda la afición que acompañó a su equipo desde que estaba convertido en cenizas.
Goles de Héctor Mancilla, Danilinho y Alán Pulido que dan un mérito muy grande, porque el resultado termina siendo tan desequilibrado como justo, porque no sólo Tigres es más económicamente, sino también en la cancha era necesario que Tuca Ferretti no pusiera grilletes a sus futbolistas y entonces sucediera lo inevitable.
No hay tiempo para desolarse con la resaca del pasado. Tigres tiene un presente exitoso y un futuro halagador, ya que todos sus defectos han sido cubiertos con calidad e inteligencia gracias al pragmatismo de su técnico, un odioso irrestricto que, siendo un capataz, se metió como uno de los técnicos más importantes del país al sumar 800 partidos y el cariño de sus jugadores. Obtuvo Tuca su tercer campeonato, el segundo en los últimos dos años.
Pero el partido tuvo su tinte de dramatismo desde el instante en que Oswaldo Sánchez se equivocó al arrollar a Danilinho para cometer un penal que causó un punto de inflexión en la serie. Jugar 180 minutos con un expulsado por juego condena a cualquier institución, por mucho corazón que se le ponga.
Sánchez, caudillo en otras épocas, salió expulsado a los 12 minutos y dejar que Miguel Becerra se convirtiera en protagonista dentro de una noche inesperada. El Gordo atajó increíblemente la pena máxima a Lucas Lobos y entonces su equipo luchó con valentía, sin acobardarse. Por eso le llegó justo en ese instante el empate. Un gol de Oribe Peralta que mataba intempestivamente los ánimos de toda la afición. El cielo se ennegreció para los felinos. Toda la parafernalia de la fiesta se empañaba y Santos se mostró como un equipo con el alma de hierro.
Pero algo sucedió en el entreacto. Seguramente un discurso de Ferretti para despertar a sus jugadores. Repetir aquello de diversas maneras, lo de corregir errores, pasar página y mantener la ilusión, pero también de no amarrar a sus muchachos.
Así, el segundo tiempo fue un sueño inspirador de los Tigres. Ferretti por fin soltó a su equipo y destrozaron con facilidad a Santos. Miguel Becerra salió mal de su arco y Héctor Mancilla lo venció en el remate, y de ahí para adelante vino la hecatombe y un ejercicio de tiro al blanco que regodeó a la afición felina.
Jugaron a rienda suelta y vencieron sin objeciones, ante un rival cansado al que se le acabó el aliento, dejando la piel en cada jugada, pero también muchas patadas.
Los locales pusieron su mejor futbol, lo combinaron con la circulación del balón y empuje, aclararon todo a su favor y son campeones. Las lágrimas de los aficionados veteranos, que cuando eran niños supieron lo que se siente ser campeón, testifican el hecho: el llanto de ayer nació de las entrañas de la felicidad.
El toque brasileño
Fue el minuto 89 cuando Ricardo Ferretti decidió hacer su tercer y último cambio de la final. Tigres había amarrado el campeonato. Pero el estratega aún tenía algo por hacer.
El partido ya estaba amarrado y el Tuca encontró el instante propicio para reconocer al que fue su mejor jugador. Hizo ingresar a José Rivas y sacó a Danilinho, el genio que destacó por encima de otros grandes como Lucas Lobos, Damián Álvarez y Héctor Mancilla, para que se llevara el reconocimiento más importante que puede tener cualquier futbolista, ese en el que su afición le agradece su juego.
Los presentes en el Universitario de inmediato entendieron la intención y respaldaron el movimiento con una ovación estruendosa. La gran mayoría se puso de pie y los Libres y Lokos se desgañitaron para agradecer el gran partido del brasileño.
Danilo Verón Bairros, nombre completo del jugador nacido en Ponta Pora (1987), fue el encargado de dar nitidez al encuentro, al marcar el segundo tanto de los felinos y dar el pase de gol a Alan Pulido para el tercero. Con estas jugadas coronó su actuación.
El volante por derecha también desbordó cuanta vez quiso por su banda y se cansó de abastecer a sus compañeros de balones. Lució como nunca.
El Tuca se quedó sin su bigote
Y Ricardo Ferretti asomó la cabeza por la puerta del vestidor sin su famoso bigote. A las 9:40 de la noche era otro hombre: rasurado y feliz.
“Ahora sí puedo sonreír, he conseguido el título más importante de mi carrera, porque le debía una muy grande a toda esta afición a la que agradezco por tanto apoyo, lo mismo que a los que trabajan en el club. Tras 29 años de espera, lo único que les puedo decir es que ojalá no esperemos otros 29 para levantar un título más” y soltó una carcajada extraña surgida desde lo más hondo de su diafragma.
Es raro ver reír a Ferretti y más extraño era ver solo a Carlos Salcido por el campo, hincado y con las manos al aire, implorar un agradecimiento al Dios en el que confió siempre: “Dios estuvo no sólo conmigo, sino con el equipo desde hace tiempo. Regresé a México y se me cumple el sueño de ser campeón, me faltaba en mi país y lo conseguí de la mejor forma, ante un estadio hermoso, con esta gente espléndida por lo que no puedo pedir más”, dijo el ex defensa.
Oswaldo culpa al silbante
El gran pisotón recibido por perder la final tiene una explicación para Oswaldo Sánchez. Culpa directamente al árbitro Marco Antonio Rodríguez de haber influido en el resultado final.
“Sin demeritar lo que hizo Tigres, el árbitro fue factor fundamental. No fueron justas las decisiones que tomó esta noche este señor, todo por querer su protagonismo en una final cuando ha pitado más de cinco. Para empezar no sé por qué vino si no fue el mejor del torneo”, dijo el guardameta dolido y enojado.
Felipe Baloy siguió en el mismo tenor que su compañero: “Ahí está el trabajo que hizo el árbitro, creo que no se podrá esconder porque no es la primera vez que hace cosas así en su carrera. Vean las repeticiones y juzguen”.
Miguel Becerra, quien entró para detener un penal pero falló en los goles de Mancilla y Danilino, mencionó que aunque su actuación fue importante por el momento del partido, no puede sentirse satisfecho, “nos pesaron las dos expulsiones”.
Noche inolvidable
Despertados por la mejor noticia, los aficionados felinos esperaron anhelante el momento del partido contra Santos. No se fiaban de tanta felicidad a pesar de que todo se concatenaba a su favor. Eso de enterarse de que Monterrey perdió en el Mundial de Clubes les azucaraba el desayuno.
Algunos se postraron en la Macroplaza con veladoras y estandartes de la Virgen enredados con las banderas pintadas con los colores de los Tigres. “De aquí no nos movemos hasta que vengan en la noche con la Copa. Ya todo está puesto, mire, pierde Rayados, gana Tigres en la noche y cumple años la virgencita de Guadalupe, qué más podemos pedir”, contaba María Bolaño quien mandó a su hija por unas tortas para aguantar el paso del tiempo.
No le importó a la gente felina el clima tan agresivo. Los grandes perdedores de la jornada, los seguidores del Monterrey, trataron de colarse en el festejo.
El metro se colapsó con la porra de los Libres y Lokos que tomaron por asalto todos los vagones.
“Se les pide que no brinquen porque los trenes van a su máxima capacidad y los amortiguadores no aguantan la presión”, se escuchaba por el alto parlante, pero ellos no frenaban en nada su pasión abierta como un cajón de Pándora tras 29 años de sequía.
Cohetes y canciones coronaron la faena con los acordes de El Rey de José Alfredo Jiménez y el desfile fue preparado con esmero por las principales calles del centro y el autobús descapotado llegó cerca de las 10 de la noche al inmueble para recoger a todos lso felinos.
Finalmente, María Bolaño tenía razón, sirvió su espera en la Macroplaza desde que se enteró al amanecer que Monterrey había perdido. Como el de muchos, era el día más largo de su vida, pero el mejor.
Con todo el corazón...
Santos se quedó sin médico en el banquillo. Después del penal atajado por Miguel Becerra y el gol de Oribe Peralta, el presidente del equipo, Alejandro Irarragorri, tuvo que recibir rehabilitación cardiaca por un problema de arritmia. Tanta fue la emoción que el directivo puso en juego el corazón.
En el túnel que conduce a los vestidores se armó un griterío. Gente de verde iba y venía, primero ilusionados por el empate pero después con la tremenda noticia: Irarragorri no soportó más y se desvaneció, aunque su esposa alcanzó a detenerlo. Entonces se pidió el auxilio del médico José Próspero Hernández, quien antes de salir disparado del banquillo, en pleno juego, le pidió a su colega de los felinos que le ayudara por si acontecía algo.
En uno de los palcos de la cabecera norte, Irarragorri sufría problemas para respirar y terminó por desmayarse. Es un hombre que tiene el corazón muy grande debido al ejercicio que hace desde varios años siendo su pasatiempo favorito las carreras de 10 kilómetros, pero eso mismo es lo que ahora le tenía en ese estado.
Fue necesario gritar solicitando el desfibrilador y entonces aquello realmente era una emergencia. El médico Próspero Hernández ordenó la ambulancia porque el asunto realmente era grave.
Alejandro Irarragorri reaccionó pronto, recuperó la noción y sus niveles volvieron a ser los del principio, pero estaba maltrecho, aunque feliz por el empate. Lo primero que hizo fue preguntar si realmente había sido gol de Peralta, si no lo soñó.
“Ya está bien, nos preocupó a todos”, reveló el entrenador de porteros Néstor Fabián Benetich, quien corrió junto al doctor cuando les avisaron de la emergencia.
“Lo encontramos en su asiento con los ojos cerrados, nos asustamos. Cuando dijeron en el banquillo que había pasado esto salimos más de uno corriendo porque no sólo se trata del presidente del equipo sino que además es una persona que ha estado muy cerca de nosotros. Por él realmente estábamos aquí y no podíamos dejarlo de lado.”
A pesar de que el asunto estaba controlado, la recomendación fue salir cuanto antes para una revisión general al hospital más cercano, pero el propio Alejandro Irarragorri se negó a abandonar el estadio hasta que sonara el silbatazo final.
Alineaciones
Tigres: Enrique Palos; Israel Jiménez, Hugo Ayala, Junior Anselmo Vendrechovski 'Juninho', Jorge Torres Nilo; Carlos Salcido, Manuel Viniegra (David Toledo, 87Æ), Lucas Lobos, Danilo Verón 'Danilinho' (José Rivas, 89’); Damián Alvarez y Héctor Mancilla (Alan Pulido, 80’). DT: Ricardo Ferreti
Santos: Oswaldo Sánchez (Miguel Becerra 11Æ), Osmar Mares, Felipe Baloy, Santiago Hoyos, César Ibáñez; José María Cárdenas (Cándido Ramírez, 66Æ), Carlos Morales (Daniel Ludueña, 66’), Rodolfo Salinas, Carlos Darwin Quintero (Miguel Becerra, 15’); Christian Suárez y Oribe Peralta. DT: Benjamín Galindo
Gana Tigres y es el nuevo campeón después de 29 años
Monterrey, Nuevo León a 12 de diciembre de 2011.- Tigres era un equipo que miraba siempre de reojo el presente con miedo al futuro. Tantos fracasos durante 29 años tenían que encontrar un fin. Tuca Ferretti reconstruyó un cuerpo que tenía huesos muy débiles y dejarlo ahora como un gigante poderoso en el futbol mexicano.Los felinos son campeones porque acabaron, en un segundo tiempo histórico, con su rival. Un 3-1 (4-1 global) que hizo arder el Volcán, que le dio una nueva identidad a toda la afición que acompañó a su equipo desde que estaba convertido en cenizas.
Goles de Héctor Mancilla, Danilinho y Alán Pulido que dan un mérito muy grande, porque el resultado termina siendo tan desequilibrado como justo, porque no sólo Tigres es más económicamente, sino también en la cancha era necesario que Tuca Ferretti no pusiera grilletes a sus futbolistas y entonces sucediera lo inevitable.
No hay tiempo para desolarse con la resaca del pasado. Tigres tiene un presente exitoso y un futuro halagador, ya que todos sus defectos han sido cubiertos con calidad e inteligencia gracias al pragmatismo de su técnico, un odioso irrestricto que, siendo un capataz, se metió como uno de los técnicos más importantes del país al sumar 800 partidos y el cariño de sus jugadores. Obtuvo Tuca su tercer campeonato, el segundo en los últimos dos años.
Pero el partido tuvo su tinte de dramatismo desde el instante en que Oswaldo Sánchez se equivocó al arrollar a Danilinho para cometer un penal que causó un punto de inflexión en la serie. Jugar 180 minutos con un expulsado por juego condena a cualquier institución, por mucho corazón que se le ponga.
Sánchez, caudillo en otras épocas, salió expulsado a los 12 minutos y dejar que Miguel Becerra se convirtiera en protagonista dentro de una noche inesperada. El Gordo atajó increíblemente la pena máxima a Lucas Lobos y entonces su equipo luchó con valentía, sin acobardarse. Por eso le llegó justo en ese instante el empate. Un gol de Oribe Peralta que mataba intempestivamente los ánimos de toda la afición. El cielo se ennegreció para los felinos. Toda la parafernalia de la fiesta se empañaba y Santos se mostró como un equipo con el alma de hierro.
Pero algo sucedió en el entreacto. Seguramente un discurso de Ferretti para despertar a sus jugadores. Repetir aquello de diversas maneras, lo de corregir errores, pasar página y mantener la ilusión, pero también de no amarrar a sus muchachos.
Así, el segundo tiempo fue un sueño inspirador de los Tigres. Ferretti por fin soltó a su equipo y destrozaron con facilidad a Santos. Miguel Becerra salió mal de su arco y Héctor Mancilla lo venció en el remate, y de ahí para adelante vino la hecatombe y un ejercicio de tiro al blanco que regodeó a la afición felina.
Jugaron a rienda suelta y vencieron sin objeciones, ante un rival cansado al que se le acabó el aliento, dejando la piel en cada jugada, pero también muchas patadas.
Los locales pusieron su mejor futbol, lo combinaron con la circulación del balón y empuje, aclararon todo a su favor y son campeones. Las lágrimas de los aficionados veteranos, que cuando eran niños supieron lo que se siente ser campeón, testifican el hecho: el llanto de ayer nació de las entrañas de la felicidad.
El toque brasileño
Fue el minuto 89 cuando Ricardo Ferretti decidió hacer su tercer y último cambio de la final. Tigres había amarrado el campeonato. Pero el estratega aún tenía algo por hacer.
El partido ya estaba amarrado y el Tuca encontró el instante propicio para reconocer al que fue su mejor jugador. Hizo ingresar a José Rivas y sacó a Danilinho, el genio que destacó por encima de otros grandes como Lucas Lobos, Damián Álvarez y Héctor Mancilla, para que se llevara el reconocimiento más importante que puede tener cualquier futbolista, ese en el que su afición le agradece su juego.
Los presentes en el Universitario de inmediato entendieron la intención y respaldaron el movimiento con una ovación estruendosa. La gran mayoría se puso de pie y los Libres y Lokos se desgañitaron para agradecer el gran partido del brasileño.
Danilo Verón Bairros, nombre completo del jugador nacido en Ponta Pora (1987), fue el encargado de dar nitidez al encuentro, al marcar el segundo tanto de los felinos y dar el pase de gol a Alan Pulido para el tercero. Con estas jugadas coronó su actuación.
El volante por derecha también desbordó cuanta vez quiso por su banda y se cansó de abastecer a sus compañeros de balones. Lució como nunca.
El Tuca se quedó sin su bigote
Y Ricardo Ferretti asomó la cabeza por la puerta del vestidor sin su famoso bigote. A las 9:40 de la noche era otro hombre: rasurado y feliz.
“Ahora sí puedo sonreír, he conseguido el título más importante de mi carrera, porque le debía una muy grande a toda esta afición a la que agradezco por tanto apoyo, lo mismo que a los que trabajan en el club. Tras 29 años de espera, lo único que les puedo decir es que ojalá no esperemos otros 29 para levantar un título más” y soltó una carcajada extraña surgida desde lo más hondo de su diafragma.
Es raro ver reír a Ferretti y más extraño era ver solo a Carlos Salcido por el campo, hincado y con las manos al aire, implorar un agradecimiento al Dios en el que confió siempre: “Dios estuvo no sólo conmigo, sino con el equipo desde hace tiempo. Regresé a México y se me cumple el sueño de ser campeón, me faltaba en mi país y lo conseguí de la mejor forma, ante un estadio hermoso, con esta gente espléndida por lo que no puedo pedir más”, dijo el ex defensa.
Oswaldo culpa al silbante
El gran pisotón recibido por perder la final tiene una explicación para Oswaldo Sánchez. Culpa directamente al árbitro Marco Antonio Rodríguez de haber influido en el resultado final.
“Sin demeritar lo que hizo Tigres, el árbitro fue factor fundamental. No fueron justas las decisiones que tomó esta noche este señor, todo por querer su protagonismo en una final cuando ha pitado más de cinco. Para empezar no sé por qué vino si no fue el mejor del torneo”, dijo el guardameta dolido y enojado.
Felipe Baloy siguió en el mismo tenor que su compañero: “Ahí está el trabajo que hizo el árbitro, creo que no se podrá esconder porque no es la primera vez que hace cosas así en su carrera. Vean las repeticiones y juzguen”.
Miguel Becerra, quien entró para detener un penal pero falló en los goles de Mancilla y Danilino, mencionó que aunque su actuación fue importante por el momento del partido, no puede sentirse satisfecho, “nos pesaron las dos expulsiones”.
Noche inolvidable
Despertados por la mejor noticia, los aficionados felinos esperaron anhelante el momento del partido contra Santos. No se fiaban de tanta felicidad a pesar de que todo se concatenaba a su favor. Eso de enterarse de que Monterrey perdió en el Mundial de Clubes les azucaraba el desayuno.
Algunos se postraron en la Macroplaza con veladoras y estandartes de la Virgen enredados con las banderas pintadas con los colores de los Tigres. “De aquí no nos movemos hasta que vengan en la noche con la Copa. Ya todo está puesto, mire, pierde Rayados, gana Tigres en la noche y cumple años la virgencita de Guadalupe, qué más podemos pedir”, contaba María Bolaño quien mandó a su hija por unas tortas para aguantar el paso del tiempo.
No le importó a la gente felina el clima tan agresivo. Los grandes perdedores de la jornada, los seguidores del Monterrey, trataron de colarse en el festejo.
El metro se colapsó con la porra de los Libres y Lokos que tomaron por asalto todos los vagones.
“Se les pide que no brinquen porque los trenes van a su máxima capacidad y los amortiguadores no aguantan la presión”, se escuchaba por el alto parlante, pero ellos no frenaban en nada su pasión abierta como un cajón de Pándora tras 29 años de sequía.
Cohetes y canciones coronaron la faena con los acordes de El Rey de José Alfredo Jiménez y el desfile fue preparado con esmero por las principales calles del centro y el autobús descapotado llegó cerca de las 10 de la noche al inmueble para recoger a todos lso felinos.
Finalmente, María Bolaño tenía razón, sirvió su espera en la Macroplaza desde que se enteró al amanecer que Monterrey había perdido. Como el de muchos, era el día más largo de su vida, pero el mejor.
Con todo el corazón...
Santos se quedó sin médico en el banquillo. Después del penal atajado por Miguel Becerra y el gol de Oribe Peralta, el presidente del equipo, Alejandro Irarragorri, tuvo que recibir rehabilitación cardiaca por un problema de arritmia. Tanta fue la emoción que el directivo puso en juego el corazón.
En el túnel que conduce a los vestidores se armó un griterío. Gente de verde iba y venía, primero ilusionados por el empate pero después con la tremenda noticia: Irarragorri no soportó más y se desvaneció, aunque su esposa alcanzó a detenerlo. Entonces se pidió el auxilio del médico José Próspero Hernández, quien antes de salir disparado del banquillo, en pleno juego, le pidió a su colega de los felinos que le ayudara por si acontecía algo.
En uno de los palcos de la cabecera norte, Irarragorri sufría problemas para respirar y terminó por desmayarse. Es un hombre que tiene el corazón muy grande debido al ejercicio que hace desde varios años siendo su pasatiempo favorito las carreras de 10 kilómetros, pero eso mismo es lo que ahora le tenía en ese estado.
Fue necesario gritar solicitando el desfibrilador y entonces aquello realmente era una emergencia. El médico Próspero Hernández ordenó la ambulancia porque el asunto realmente era grave.
Alejandro Irarragorri reaccionó pronto, recuperó la noción y sus niveles volvieron a ser los del principio, pero estaba maltrecho, aunque feliz por el empate. Lo primero que hizo fue preguntar si realmente había sido gol de Peralta, si no lo soñó.
“Ya está bien, nos preocupó a todos”, reveló el entrenador de porteros Néstor Fabián Benetich, quien corrió junto al doctor cuando les avisaron de la emergencia.
“Lo encontramos en su asiento con los ojos cerrados, nos asustamos. Cuando dijeron en el banquillo que había pasado esto salimos más de uno corriendo porque no sólo se trata del presidente del equipo sino que además es una persona que ha estado muy cerca de nosotros. Por él realmente estábamos aquí y no podíamos dejarlo de lado.”
A pesar de que el asunto estaba controlado, la recomendación fue salir cuanto antes para una revisión general al hospital más cercano, pero el propio Alejandro Irarragorri se negó a abandonar el estadio hasta que sonara el silbatazo final.
Alineaciones
Tigres: Enrique Palos; Israel Jiménez, Hugo Ayala, Junior Anselmo Vendrechovski 'Juninho', Jorge Torres Nilo; Carlos Salcido, Manuel Viniegra (David Toledo, 87Æ), Lucas Lobos, Danilo Verón 'Danilinho' (José Rivas, 89’); Damián Alvarez y Héctor Mancilla (Alan Pulido, 80’). DT: Ricardo Ferreti
Santos: Oswaldo Sánchez (Miguel Becerra 11Æ), Osmar Mares, Felipe Baloy, Santiago Hoyos, César Ibáñez; José María Cárdenas (Cándido Ramírez, 66Æ), Carlos Morales (Daniel Ludueña, 66’), Rodolfo Salinas, Carlos Darwin Quintero (Miguel Becerra, 15’); Christian Suárez y Oribe Peralta. DT: Benjamín Galindo