Noviembre 29, 2010 / ElChiltepin > Nacional

“Cancún, en riesgo de desaparecer”

Cancún, Quintana Roo a 29 de noviembre de 2010.- Los representantes de 192 países que asistirán a Cancún, a la 16 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CO16) que comenzará este lunes, estarán frente a un laboratorio vivo en el que se ha experimentado un modelo eficaz en lo económico, pero que le sale debiendo al patrimonio natural, cultural y social que hace posible su éxito.

Cancún es el mejor ejemplo de una ciudad que contribuye al cambio climático, pero también es víctima de él.

Andrés Flores Montalvo, director de investigación sobre cambio climático del Instituto Nacional de Ecología (INE), explica que si la temperatura del planeta aumenta más de dos grados centígrados se elevaría el nivel medio del mar y ello implicaría una redefinición de las costas mexicanas.

“Cancún podría desaparecer, porque es una isla de arena con menos de un metro de elevación del nivel del mar”, señala el investigador del INE.

Especialistas en medio ambiente coinciden en que al ser sede de la COP16, Cancún tiene la oportunidad de apostar por un desarrollo sustentable.

“Cancún fue elegido como sede de la COP16, porque es partícipe en la generación del calentamiento global al rellenar manglares, al destruir sus selvas. Pero al mismo tiempo es víctima del cambio climático, de la erosión de playas, del aumento del nivel medio del mar, del blanqueamiento de los corales y del impacto de huracanes cada vez más intensos”, explica Tiahoga Rouge, integrante del Foro de las Naciones Unidas para la Educación Ambiental.

Rouge señala que en la elección de Cancún como sede de la COP16 intervinieron diversos factores: “su vulnerabilidad, pero también su liderazgo en materia ambiental”.

Y es que Cancún es el primer Centro Turístico Integralmente Planeado de México y América; también es el primero que tuvo un Programa de Ordenamiento Ecológico y va a la vanguardia en términos de política ambiental y planeación urbana. “Que no se respeten, es otra cosa”, apunta Tiahoga Rouge.

Con la realización de la COP16, dice, Cancún tiene la oportunidad para que los dueños de hoteles, restaurantes y marinas entiendan que contribuyen con el fenómeno del cambio climático y que sus acciones tienen impactos locales y globales.

“Cancún y Riviera Maya existen y son un éxito por su naturaleza y biodiversidad. Si echamos a perder sus ecosistemas la gente simplemente no vendrá. No podemos seguir apostándo a generar ganancias rápidas para perderlo todo después. Es como un juego de póker en el que estoy apostando el futuro de mis hijos y de las generaciones futuras”, subraya.

Marissa Setien, directora ejecutiva de la Asociación de Hoteles de Cancún, considera que este centro turístico será el escaparate para mostrar los esfuerzos —civiles, empresariales o gubernamentales— por alcanzar la “sustentabilidad”.

Durante la COP16, 60 hoteles ubicados en Cancún, Riviera Maya, Isla Mujeres y Cozumel recibirán reconocimientos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), por inscribirse y aplicar buenas prácticas en el consumo de energía y agua, como parte del Programa de Liderazgo Ambiental para la Competitividad Turística.

María Ros, delegada del Global Ecovillage Network (GEN) en la COP16, señala que Cancún no es sustentable, por lo que ahora tiene la oportunidad de cambiar.

Precisamente, María Ros, diseñadora de asentamientos humanos autosustentables, encabeza el proyecto “Ecoaldea Gratitud”, en una comunidad rural llamada Solferino, en el municipio de Lázaro Cárdenas, al norte de Cancún.

La Ecoaldea Gratitud es uno de los varios proyectos que comienza a impulsar la sustentabilidad en la región.

Para Tiahoga Rouge el que Cancún sea la sede de la COP16 representa también “el gran reto” de tender lazos entre la sociedad civil y los gobiernos, evitando que la discusión gubernamental se separe de lo social.

Para la presidenta del Grupo Ecologista del Mayab (GEMA), Aracely Domínguez, tener la COP16 en Cancún brinda la oportunidad de que se escuche a las etnias de México y otras partes de América, para que se aprenda sobre la forma en que ellas han mantenido su relación con el planeta.

“Es momento para que la humanidad comparta experiencias y vea que se puede vivir de otra manera. Tenemos que buscar una relación distinta con la Tierra, entendiendo sus procesos y respetándolos”, dice Araceli Domínguez.