Lleva Don Juan 33 años en la recolección de basura
Inmerso en las cotidianeidades propias de su trabajo, el señor Juan Manuel López González tiene mucho que relatar sobre sus peripecias desde que empezó siendo joven barriendo calles de Hermosillo. Un perro callejero al que nombró “El Comodín” ocupa un lugar privilegiado en sus recuerdos, aún hoy que ya cuenta con 65 años y conduce un camión recolector.
Es uno de los cientos de empleados que cada día recorren los hogares hermosillenses para llevarse los desechos domésticos. Se declara orgulloso miembro de la comunidad de recolectores desde 1987 y que este 1 de febrero, celebra el Día del Recolector.
“Empezamos barriendo calles. Principalmente cuando yo entré había una cuadrilla de compañeros que barrían y allí empezamos, luego a trabajar en los carros aquí. Ya ha pasado el tiempo y gracias a Dios aquí estamos”, recordó.
De manera especial, se siente correspondido en su afecto por los vecinos de la colonia Balderrama, donde ha prestado servicio durante la mayor parte del tiempo que lleva trabajando para el área de recolección en Hermosillo. No le pesa levantarse a las 3 y media de la mañana para estar puntual una hora después cubriendo la ruta del día.
Complacido porque sus hijos ya son adultos que dirigen sus propias vidas, don Juan Manuel reserva un tiempo de la charla para aquel amigo que llegó a su vida cubierto de sarna y rechazado por todos, a quien le puso por nombre El Comodín.
Recuerda que fueron entre tres y cuatro años que ese perro se convirtió en compañero inseparable en cada una de las jornadas de trabajo, y terminó siendo aceptado por todo el personal, desde las secretarias, directivos y por supuesto los recolectores.
Pasaron ya 13 años desde aquel desafortunado accidente que cobró la vida del can, del que sospecha que algo tenía de Pastor Alemán, y al que recuerda por su nobleza, inteligencia y determinación de acompañarlo. Contra viento y marea.
“Sabía andar con nosotros, donde quiera andaba, y le gustaba hasta subirse a la cabina pero no lo dejaban, lo echaban para allá atrás, explicó entre nostálgico y divertido.
Sostiene la teoría de que El Comodín lo eligió de entre todos los compañeros porque fue el que le mostró afecto. “Al principio lo llevaban a la casa, pero como tenía sarna nadie lo quería, y yo lo llevé, los vacunamos, y todo eso, y ya se puso bonito, ya empezó a cambiar”, recordó.
El miembro de la comunidad de recolectores tiene claro que a los patios de servicios Públicos Municipales siempre se allegan perros callejeros. “Pero como ese no ha habido, no creo que haya. Era muy bueno”, ataja con total convencimiento, como dando por zanjado el tema.