Ha pasado una semana de la matanza en Texas
Poco a poco, las familias de El Paso van reuniéndose en torno de la tienda Walmart donde hace una semana un hombre de apenas 21 años, Patrick Crusius, perpetró la peor matanza que se tenga memoria en ese lugar y que dejó enlutados a 22 hogares en ambos lados del Río Bravo.
Dos carritos con mercancía son testigos mudos de lo que vivieron quienes estuvieron ese día en el momento del ataque; alguien que huyó de prisa dejó sus compras abandonadas en el estacionamiento.
Los cánticos se dejan escuchar, las voces tratan de llegar hasta el sitio donde un muchacho ingresó con toda la calma, armado con un rifle de asalto AK-47 y dio muerte sin más ni más a ciudadanos de Estados Unidos y México, pero su objetivo -dijo después a la policía-, era destrozar la vida sólo de los mexicanos que acostumbraban venir a esta tienda fronteriza de compras.
Era un día como hoy, sábado, pero del tres de agosto. Muy soleado, como suele pegar el sol en esta zona fronteriza. A las diez de la mañana, las familias se preparaban para el regreso a clases, y Patrick Crusius lo sabía, la tienda estaba llena. Bajó del auto, el que manejó desde Allen, Texas, y que le llevó nueve horas para llegar a su destino.
Armado, con protectores de oídos para evitar escuchar los disparos que cegarían la vida de sus próximas víctimas, se dirigió al interior. Las cámaras registraron su ingreso. Crusius se dio tiempo de caminar e ir disparando.
Una mujer le pidió clemencia. No la tuvo. Escuchó la voz de Octavio Lizarde llamando a su sobrino y disparó matando al muchacho de 15 años Juan Rodríguez; al tío por alguna razón no lo remató.
En su camino también encontró a Alexander Hoffmann, un alemán que dejó su país hace más de 40 años, se casó con una mexicana, aprendió español y se quedó en México. Su aspecto físico, rubio de ojos azules, no impidió que el asesino, de un disparo en la cabeza, le quitara la vida.
La maestra Elsa Mendoza Márquez fue al lugar ese sábado trágico, no pensaba permanecer mucho tiempo en la tienda, le dijo a su esposo y a su hijo que compraría “sólo dos cosas”. Entró, cuando su familia la esperaba en el coche se empezaron a oír los disparos. La encontraron muerta en uno de los pasillos de la tienda.
El tirador mató sin miramientos a 21 personas, otra víctima murió en un hospital de la localidad, y los heridos permanecen en los centros médicos tratando de recuperarse del daño que les provocó.
El sistema de seguridad de este establecimiento, que pertenece a una de las grandes cadenas estadounidenses, no aplicó el protocolo que tendría que haberse activado. Este es uno de los reclamos de quienes lamentan lo sucedido.
Pero este sábado, el Memorial se va llenando mientras transcurre el día, hasta aquí han llegado corredores de diversas corporaciones: policías, bomberos, agentes de migración junto con civiles venidos del condado de El Paso, quienes participaron en una carrera iniciada a las ocho de la mañana para recordar a las víctimas del peor ataque registrado en esta frontera.
En otro punto, en el parque Armijo, miembros de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (Lulac, por sus siglas en inglés), se reunían a las ocho y media de la mañana para protestar contra el ataque que calificaron de terrorista en contra de los latinos.
CUBREN CON UNA MALLA LA CERCA DE WALMART
A diferencia de otros días, este sábado la cerca que rodea la tienda donde sucedió el tiroteo, está tapada con una malla verde para no tener acceso visual a la construcción y el estacionamiento.
Asimismo, patrullas de la policía custodian la propiedad para que la gente no se acerque. Pero al hacer un recorrido alrededor del estacionamiento, se pueden observar todavía dos carros de la tienda con mercancías, de alguien que salió huyendo del horror el sábado anterior, dejando abandonadas sus compras.
El peregrinaje ha reunido a bailadores concheros, a miembros de diversas iglesias, a familias completas que se paran frente a lugar donde hay fotos y mensajes para las víctimas. Son cientos los que llegan y se van. El peregrinaje se prolongará por todo el día.
El recuerdo de lo sucedido… ciertamente durará muchos años más.