Causa incertidumbre cambio de nombre al IFE: académicos
Con un dejo de incertidumbre, los académicos Olga Armida Grijalva Otero y Héctor Rodríguez Espinoza se cuestionaron si bastará cambiar el nombre del Instituto Federal Electoral (IFE) por el de Instituto Nacional de Elecciones (INE) para que haya un efectivo cumplimiento de funciones que se traduzcan en un enriquecimiento de la participación ciudadana en aras de una mejor vida democrática de México.
Grijalva Otero, y Rodríguez Espinoza, catedráticos de las licenciaturas en Administración Pública y la de Derecho de la Universidad de Sonora, respectivamente, puntualizaron en que los ciudadanos, y no los partidos políticos, deben ser quienes participen y controlen todo proceso electoral, tanto desde la conformación de los miembros que integran las instituciones encargadas de ello, hasta la consecución misma de las elecciones.
Héctor Rodríguez manifestó su preocupación respecto a si el nuevo INE y sus homólogos estatales van a garantizar “el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo”, y si convienen a la proverbialmente imperfecta democracia mexicana.
El ejecutivo federal, el Congreso General de la Unión y la mayoría de los congresos locales, aseveró, consideraron y votaron porque sí, “¿pero realmente así será?; las elecciones siguientes tendrán la respuesta”, acotó.
Por su parte, la ex presidenta del Consejo Estatal Electoral se preguntó dónde quedó la autonomía constitucional cuando se sustituye al IFE por INE, centralizando la actividad electoral de las entidades federativas a esa nueva figura, argumentándose que a nivel local las instituciones electorales se habían convertido en instituciones al servicio del gobernador en turno.
En su planteamiento refirió lo dicho por el filósofo, sociólogo y politólogo Norberto Bobbio, en cuanto a que “la vida pública de un colectivo puede ser considerada democrática si las decisiones públicas son el resultado de un juego en el cual participan y controlan los mismos ciudadanos”.
Grijalva Otero sostuvo que hoy los partidos políticos se abrogaron el derecho de selección de consejeros, excluyendo a la sociedad del proceso de esa selección sin tomar en cuenta los renglones de prestigio académico o de una trayectoria desarrollada en las causas democráticas, ya sea estatal o federal.
Puntualizó que el dominio y la influencia de los partidos políticos, sobre todo los de mayor peso electoral --entre sus consejeros--, han sido tan evidentes como desafortunados, y que ese ejemplo fue seguido en las entidades federativas al renovar a los miembros de los órganos electorales.
Hoy, señaló, “los propios actores que instrumentaron la partidización en los órganos electorales son los mismos que están pidiendo la centralización de la actividad electoral local”, dijo, y aseguró que este juego de centralización --federalización-centralización-- no es nuevo en México, sino que ha sido la historia del federalismo mexicano, esgrimiéndose que éste es proclive a la formación de cacicazgos locales.
“¿Serán tan fuertes nuestras raíces centralistas dadas desde la época precortesiana y durante la colonia? ¿Las inercias históricas son todavía muy fuertes y visibles? ¿La cultura y las instituciones democráticas tienen aún raíces superficiales?”, cuestionó finalmente Grijalva Otero.
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