Diciembre 16, 2011 > Kiosco Mayor
Por Francisco RodrÃguez* Enrique Peña Nieto paga su penitencia
* Nos vemos en enero del próximo año
Alguien dijo que todos somos ignorantes pero no todos ignoramos lo mismo. Hay algo, más bien mucho, de ignorancia en todos nosotros. En México, como en muchos otros países, la afición por la lectura cada vez disminuye más. La nueva era de la tecnología, principalmente el internet, está cambiando al mundo, para bien o para mal, pero lo está modificando, está transformando las costumbres. Hay una fuerte corriente que demanda más pragmatismo y menos teoría en todos los campos del estudio y en todas las actividades cotidianas.
Los jóvenes de hoy realmente tienen ese pragmatismo. Van al grano de las cosas, buscan el camino más corto para alcanzar sus propósitos. Los intelectuales son muy respetables, porque de alguna forma son generadores de ideas, ideas que puestas en práctica pueden traer grandes beneficios a esta sociedad. Los escritores, los grandes lectores y los profundos pensadores son imprescindibles. Eso es innegable.
Sin embargo, ¿qué tan grande es el pecado por no conocer los autores y el contenido de las grandes obras literarias de todos los tiempos?
¿Un agricultor debe haber leído El Quijote para ser exitoso? ¿Un industrial debe haber leído La Ilíada para ser exitoso? ¿Un ingeniero en sistemas computacionales debe haber leído a Platón y Aristóteles para ser exitoso?
Desde luego una cultura general abundante siempre abre puertas y te da roce social, pero el pragmatismo de la vida moderna exige especialización en una actividad. Ese sí es un requisito indispensable si se anhela obtener éxito en un campo específico.
Todo el rollo anterior viene a cuento por el escándalo ocurrido a raíz de que el virtual candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, no pudo o no supo mencionar los autores y títulos de tres obras que hubiera leído en su vida.
Por supuesto es de llamar la atención, pero en realidad es más bien un gran error de su equipo, el cual no tuvo la precaución de asesorar debidamente al ex gobernador del Estado de México. Es absurdo acudir a una feria de libros y no llevar en mente, o por escrito, los títulos y sus autores de obras importantes, o al menos de autores reconocidos por aquello del apantalle.
Yo les podría señalar casos de políticos que tienen personal que lee por ellos. Esos cultos auxiliares acuden diariamente a las librerías a comprar las nuevas obras, las devoran rápidamente, y en una cuartilla sintetizan contenido y hacen comentarios de ese libro. Así, créanlo, se nutren de cultura general muchos políticos. Otros, adquieren la obra de Luis Nueda y Antonio Espina, "Mil Libros", que es el compendio de los libros considerados como los más importantes en la historia. Ambos casos son suficientes para darle a cualquiera una cultura general pasable en un país donde la lectura es mínima.
Claro que los eruditos en literatura se burlan de quienes poco leen y más aun si ostentan cargos políticos importantes. Pero yo me pregunto y les pregunto a ustedes qué pasaría si a uno de ellos lo colocan ante un auditorio de expertos políticos y lo comienzan a cuestionar sobre estrategias electorales y le piden nombres de libros y autores de estrategias de campañas o si les preguntan respecto a los temas financieros internacionales que afectan la economía del trabajador, pues dudo tengan el conocimiento para esas respuestas aunque desde luego tendrían capacidad intelectual para salirse despectivamente por la tangente.
Debe quedar claro, no estoy en contra de la cultura ni a favor dejar la lectura por el dominó o las cartas, tampoco pretende defender a Peña Nieto que para eso tiene a muchos, aunque no lo parezca, mi humilde reflexión es que no debe ser un pecado tan grande ser neófito en algunos aspectos, sobre todo cuando esos temas no son fundamentales para la actividad que uno desempeña. Eso es todo.
¿O qué, los mexicanos le pedirían a Javier "El Chicharito" Hernández mas conceptos literarios y menos goles?
A los políticos y gobernantes les debemos exigir honradez, honestidad y un gran sentido común para ver las necesidades de la sociedad y una gran capacidad para tomar las decisiones que lleven a la solución de esos grandes problemas que tiene México como cualquier otro país del mundo. El sentido común, la tolerancia, el respeto y la solidaridad no son necesariamente producto de la lectura de grandes tratados literarios, aunque tampoco estorban, claro.
Pero en fin, mejor disfrutemos de estos días navideños al lado de la familia, de los amigos, y de todos nuestros seres queridos.
Les deseo sean muy dichosos en esta época de navidad y siempre. Y en lo profesional alcancen el éxito que se merecen.
Hasta enero del 2012.
El pecado de no leer
* Nos vemos en enero del próximo año
Alguien dijo que todos somos ignorantes pero no todos ignoramos lo mismo. Hay algo, más bien mucho, de ignorancia en todos nosotros. En México, como en muchos otros países, la afición por la lectura cada vez disminuye más. La nueva era de la tecnología, principalmente el internet, está cambiando al mundo, para bien o para mal, pero lo está modificando, está transformando las costumbres. Hay una fuerte corriente que demanda más pragmatismo y menos teoría en todos los campos del estudio y en todas las actividades cotidianas.
Los jóvenes de hoy realmente tienen ese pragmatismo. Van al grano de las cosas, buscan el camino más corto para alcanzar sus propósitos. Los intelectuales son muy respetables, porque de alguna forma son generadores de ideas, ideas que puestas en práctica pueden traer grandes beneficios a esta sociedad. Los escritores, los grandes lectores y los profundos pensadores son imprescindibles. Eso es innegable.
Sin embargo, ¿qué tan grande es el pecado por no conocer los autores y el contenido de las grandes obras literarias de todos los tiempos?
¿Un agricultor debe haber leído El Quijote para ser exitoso? ¿Un industrial debe haber leído La Ilíada para ser exitoso? ¿Un ingeniero en sistemas computacionales debe haber leído a Platón y Aristóteles para ser exitoso?
Desde luego una cultura general abundante siempre abre puertas y te da roce social, pero el pragmatismo de la vida moderna exige especialización en una actividad. Ese sí es un requisito indispensable si se anhela obtener éxito en un campo específico.
Todo el rollo anterior viene a cuento por el escándalo ocurrido a raíz de que el virtual candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, no pudo o no supo mencionar los autores y títulos de tres obras que hubiera leído en su vida.
Por supuesto es de llamar la atención, pero en realidad es más bien un gran error de su equipo, el cual no tuvo la precaución de asesorar debidamente al ex gobernador del Estado de México. Es absurdo acudir a una feria de libros y no llevar en mente, o por escrito, los títulos y sus autores de obras importantes, o al menos de autores reconocidos por aquello del apantalle.
Yo les podría señalar casos de políticos que tienen personal que lee por ellos. Esos cultos auxiliares acuden diariamente a las librerías a comprar las nuevas obras, las devoran rápidamente, y en una cuartilla sintetizan contenido y hacen comentarios de ese libro. Así, créanlo, se nutren de cultura general muchos políticos. Otros, adquieren la obra de Luis Nueda y Antonio Espina, "Mil Libros", que es el compendio de los libros considerados como los más importantes en la historia. Ambos casos son suficientes para darle a cualquiera una cultura general pasable en un país donde la lectura es mínima.
Claro que los eruditos en literatura se burlan de quienes poco leen y más aun si ostentan cargos políticos importantes. Pero yo me pregunto y les pregunto a ustedes qué pasaría si a uno de ellos lo colocan ante un auditorio de expertos políticos y lo comienzan a cuestionar sobre estrategias electorales y le piden nombres de libros y autores de estrategias de campañas o si les preguntan respecto a los temas financieros internacionales que afectan la economía del trabajador, pues dudo tengan el conocimiento para esas respuestas aunque desde luego tendrían capacidad intelectual para salirse despectivamente por la tangente.
Debe quedar claro, no estoy en contra de la cultura ni a favor dejar la lectura por el dominó o las cartas, tampoco pretende defender a Peña Nieto que para eso tiene a muchos, aunque no lo parezca, mi humilde reflexión es que no debe ser un pecado tan grande ser neófito en algunos aspectos, sobre todo cuando esos temas no son fundamentales para la actividad que uno desempeña. Eso es todo.
¿O qué, los mexicanos le pedirían a Javier "El Chicharito" Hernández mas conceptos literarios y menos goles?
A los políticos y gobernantes les debemos exigir honradez, honestidad y un gran sentido común para ver las necesidades de la sociedad y una gran capacidad para tomar las decisiones que lleven a la solución de esos grandes problemas que tiene México como cualquier otro país del mundo. El sentido común, la tolerancia, el respeto y la solidaridad no son necesariamente producto de la lectura de grandes tratados literarios, aunque tampoco estorban, claro.
Pero en fin, mejor disfrutemos de estos días navideños al lado de la familia, de los amigos, y de todos nuestros seres queridos.
Les deseo sean muy dichosos en esta época de navidad y siempre. Y en lo profesional alcancen el éxito que se merecen.
Hasta enero del 2012.