Los distractores de AMLO en medio de la pandemia
La estrategia de comunicación que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador está aplicando es una técnica de manipulación viejísima y le está funcionado. Me refiero al uso de distractores para mantener el control social en medio de la pandemia por COVID-19.
Lo que está haciendo es desviar la atención de lo verdaderamente importante, en razón de que muchas de sus acciones no han sido las más adecuadas y suelen ser blancos fáciles de críticas.
Mediante la “técnica del diluvio”, que consiste en inundar de distractores, López Obrador y su equipo han desviado al menos en tres ocasiones las miradas hacia cualquier otro lado que no sea la pandemia.
El distractor del avión presidencial ya lo desgastó, así que ya no era rentable aplicarlo durante la emergencia sanitaria —aunque conociendo los alcances del presidente es probable que reviva el tema próximamente—, pero tenía más ases en la manga y empezó a sacarlos.
Durante varios días, el presidente ha desviado la atención pública hacia los medios de comunicación. Los ataques constantes a Reforma y a Proceso le han servido para colocar en la agenda un tema diferente al coronavirus. Durante dos o tres días consecutivos sólo se ha hablado de eso en México.
Luego sacó a la BOA, ese absurdo plan con el que supuestos adversarios pretendían derrocarlo en la consulta nacional de 2022. Una ridiculez que acaparó la atención varios días hasta que se apagó por su inverosimilitud y falta de pruebas.
Y recientemente, el Conapred. Es ridículo pensar que el presidente no conocía al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, como lo señaló en su conferencia matutina; por supuesto que sabe qué es. No es que se esté haciendo tonto con el tema, sino que sabe capitalizar muy bien sus palabras. El tema ya lleva dos días en la agenda pública.
Nos han distraído de lo más importante:
La discrepancia en las cifras de contagios a nivel nacional, la ineficiencia para contabilizar a los muertos debido a la falta de pruebas de detección de coronavirus, los excesivos gastos sin controles para la compra de insumos médicos y ventiladores pulmonares y el inicio de la nueva normalidad —aunque todo el país esté en semáforo rojo— como parte de la presión económica y la pérdida de cientos de miles de empleos.
Lo que está haciendo el gobierno es mantenernos ocupados en otros temas y estamos cayendo en sus redes, a su antojo.