El enojo debe encontrar un camino en México
Los recientes acontecimientos en Guerrero es sólo la gota que derramó el vaso, la descomposición social tiene historia en México y lo que nos deja a todos los mexicanos es la toma de conciencia plena del país en que nos hemos convertido y la brecha mayor de desigualdad como resultado de esta fractura.
De entrada hablar de descomposición social es tocar una descomposición innegable del Estado Mexicano, es decir, de los partidos políticos, de sus instituciones, de las figuras públicas, sus gobiernos y autoridades, de todo el tejido que da orden y sentido a un país en sí.
Lo que hoy tenemos es un orden social disfuncional. Hay efectivamente un orden, un sistema político y de gobierno, un sistema de justicia pero que han sido rebasados por la sociedad y la inercia del nuevo siglo, las nuevas formas de comunicación, redes sociales; aunado a la corrupción e impunidad.
En México la democracia ya no alcanza. Es urgente ir al fondo de esta descomposición para establecer un verdadero Estado de Derecho, que se aplique por encima del cálculo político y agendas personales; un orden social con acción efectiva y organizada de la sociedad para su propia evolución.
Eventos o tragedias tan lamentables como las de Ayotzinapa son las que han marcado la historia de nuestro país: la matanza de Tlatelolco en 1968; la crisis económica de 1982; el terremoto de1985; el fraude electoral de 1988; el homicidio de Juan José Posadas Ocampo en 1993; el levantamiento del EZLN y el asesinato de Luis Donaldo Colosio en 1994. El coraje prevalecía pero prevaleció el miedo.
Hoy nuevamente vemos a un país lastimado por el dolor, la frustración y la desesperanza; y lo que se avecina, desde nuestro punto de vista, es un período de cambios en México.
Por eso es fundamental ir al origen para que estos cambios no sean sólo de forma, sino de fondo al sistema; ir a buscar respuestas fundamentales como por ejemplo ¿qué estamos haciendo como país para generar individuos capaces de secuestrar, matar?; ¿en qué entorno se crearon, quiénes son sus padres, qué aprendieron de sus maestros?¿Qué querían ser de grandes?
Durante décadas la sociedad mexicana ha pasado y, entre comillas, superado tragedias, abusos de autoridad, fraudes electorales, desigualdad cada vez más marcada, corrupción, falta de atención a sus demandas, etcétera. Hay pues un coraje y una insatisfacción que pareciera crónica degenerativa en México.
Ejemplo de ello son las redes sociales donde ha emergidoun discurso de odio, radical, anti-sistémico, y poco tolerante a las ideas de los demás en una parte de la población, y si esta es la cultura de debate, hay un enorme riesgo de que la violencia reviertalos avances sociales que hoy tenemos.
Es escalofriante tener hoy conciencia que entre nosotros pueden caminar personas capaces de matar a otras sin el menor pudor. Saber que tenemos policías que sirven con dos cachuchas, con la oficial a la sociedad, y con otra al crimen organizado; lo mismo gobiernos e instituciones penetradas por el crimen.
Por eso insistimos: hay que ir al origen. En los barrios, en los callejones de México, en nuestra familia es donde encontraremos respuestas que guíen nuestros pasos mañana de nuestro país.
Los grandes cambios se fecundan desde abajo, en los ciudadanos. Así ha sido siempre, por ello para la época de cambios que viene no basta con inconformarnos y ser críticos, sino que nos obliga a dejar de ser permisivos a conveniencia ideológica, por miedo o comodidad.
El enojo de los mexicanos debe encontrar un camino para actuar y cambiar de fondo el sistema.
Agradezco sus comentarios y retroalimentación a través del correo electrónico davidfigueroa@me.com; y en redes sociales: Twitter @DavidFigueroao /Fb David Figueroa O.
Reseña: David Figueroa Ortega es empresario, Ex Cónsul de México en Los Ángeles y San José California; Ex Diputado Federal; Ex Alcalde de Agua Prieta; Ex Dirigente del PAN en Sonora, entre otros.